El Zhaocai Mao (chino: 招財貓) o Maneki-neko (招き猫, Maneki-neko?) (en Japón) también conocido como "gato de la suerte" o "gato de la fortuna", es una popular escultura japonesa, la cual se dice que trae buena suerte a su dueño. La escultura representa a un gato, particularmente de la raza bobtail japonés, en una actitud de llamada y no saludando como la mayoría de la gente piensa (esto es porque los orientales no saludan con la mano en posición de supinación-flexión como los occidentales, sino que en posición prona y flexión).
Puede ser vista frecuentemente en tiendas, restaurantes y otros negocios. Suele ser un gato que levanta su pata izquierda invitando a la gente a entrar en los negocios y en la pata derecha una moneda antigua japonesa llamada koban (小判); tiene por lo general un collar con una cascabel que se cree ahuyenta los malos espíritus, elaborada a menudo en porcelana o cerámica, y también actualmente en plástico. En las versiones originales de porcelana, la pata solía estar siempre levantada, aunque en las nuevas versiones de plástico la pata suele moverse de arriba abajo. También la altura a la que la pata es alzada puede variar de una escultura a otra. Se dice que cuanto más alta sea esta, la llamada del gato atraerá a los clientes desde mayor distancia.
Maneki (招き) procede del verbo maneku (招く) que en japonés significa "invitar a pasar" o "saludar". Neko (猫) significa "gato". Juntos literalmente denotan "gato que invita a entrar". Según la tradición japonesa el mensaje que transmite el gato con el movimiento de su pata es el siguiente: "Entra, por favor. Eres bienvenido".
Leyendas sobre el Maneki Neko
Hay diversas versiones de la leyenda de este simbolismo. A continuación se muestran 3 de las más conocidas entre ellas:
1)
2)
3)
4)
Dependiendo la pata que el Maneki-neko levante tiene distintos significados:
Dependiendo de su color también tiene distintos significados.
FUENTE: WIKIPEDIA
Hace muchos, pero que muchos años y siglos, cuenta la leyenda que el Sol pidió a la Luna que le tapara un rato, que le diera una pausa para ausentarse del cielo y con ello pudiera bajar a la tierra y ser libre aunque fuera solo un instante. El Sol queria dejar por un momento de ser el centro del Universo, y con ello de su responsabilidad y tanta presión sin que nadie se diera cuenta.
La Luna ante sus suplicas y ruegos, accedió, y un día de junio cuando el Sol más brillaba en el inmenso cielo, la Luna se acercó al Sol, y poco a poco le fue cubriendo para que a los series de la tierra no les sorprendiera de golpe la oscuridad.
El Sol, que llevaba en lo alto del cielo millones de años y observaba la faz de la tierra, no lo dudó y para sentirse libre y pasar desapercibido se hizo corpóreo en el ser más perfecto, rápido y discreto que habia; Una Gata Negra.
La luna, perezosa, enseguida se sintió cansada y sin avisar a su amigo Sol, se fué apartando. Cuando el Sol se dió cuenta ya era demasiado tarde, salió corriendo hacia el Cielo, y tan rápido huyó y corrió, que se dejó en su morada momentánea parte de él; ciento de rayos de Sol se quedaron dentro de la Gata Negra.
Desde aquel entonces, todos los gatos que naciero de la Gata Negra eran lo que nosotros, por desconocimiento e ignorancia, llamamos GATOS CAREY. Su manto oscuro se ve roto por cientos de rayos rojos, amarillos y naranjas. Y lo que la gente tampoco sabe es que su origen solar les atribuye propiedades mágicas, ya que atraen la buena suerte y las energias positivas.
"Oscar" es un gato que vive en una residencia para ancianos en Rhode Island (EE.UU.), y en los últimos cinco años ha percibido la muerte inminente de unos 50 pacientes, a los que se ha empecinado en acompañarlos en su transición final.
La historia del gato que anuncia misteriosamente la muerte de los ancianos ha sido llevada a un libro y a un documental, que han sido publicados esta semana. El autor, el doctor David Dosa, se mostraba escéptico cuando escuchó las historias acerca de "Oscar", pero decidió hacer un seguimiento de los casos en los que el felino, adoptado en 2005 en la Residencia de Cuidados y Rehabilitación Steere House, en Providence, Rhode Island, ha anticipado la muerte de un anciano.
Dosa es un geriatra de 37 años de edad y profesor en la Universidad Brown. En su trabajo, el geriatra no da una explicación científica del comportamiento de "Oscar", pero sí adelanta la teoría de que el felino percibe el olor de las células que mueren, tal como algunos científicos dicen que hay perros que olfatean la presencia de ciertos tipos de cáncer.
La teoría se relaciona con las quetonas (cetonas), bioquímicos que emiten un olor característico cuando las células del cuerpo se empiezan a degenerar, y que el olfato de un gato podría detectar.
El misterio es por qué sólo "Oscar" parece atraído. En Steere House hay otros cinco gatos y ninguno se comporta de esa manera.
La residencia para ancianos cuida a pacientes en las últimas etapas de la demencia senil, y con certeza tan infalible como inefable, "Oscar" trepa a la cama y se acurruca junto a los pacientes pocas antes de que mueran.
"Y no es que se relaje", escribió Dosa en su libro. "Oscar" puede irse por un par de minutos, busca algún bocado y retorna de inmediato al lado del paciente. Literalmente, está en vigilia".
Al principio, relata Dosa, "Oscar" pasaba los días en la residencia visitando las diferentes habitaciones, donde olisqueaba un poco a los pacientes pero no pasaba demasiado tiempo con alguna persona. Excepto cuando se aproximaba la muerte. La percepción de "Oscar" ha resultado tan precisa que el personal de la residencia, incluido Dosa, saben que es tiempo de avisar a los familiares del paciente cuando el gato se acuesta a su lado, aunque el moribundo esté demasiado enfermo como para notar su presencia.
Y si alguien trata de mantener a "Oscar" afuera de la habitación de un moribundo, el gato araña las paredes y las puertas intentando entrar.
"Mi propia vanidad intelectual me hacía fácil rechazar la noción de que algún gato errante pudiera saber más que nosotros, el lpersonal médico", añade Dosa en su libro. Pocos años atrás hubo un caso que convenció a Dosa de que estaba completamente equivocado.
Había dos pacientes moribundos en salas muy apartadas de la residencia. Una empleada que había notado la aptitud de "Oscar" para percibir el comienzo de la muerte sacó al gato de la habitación del paciente y lo trajo a la de la persona que, en opinión de los médicos, estaba más cerca del final de su vida.
"La asistente trajo al gato, furioso y lo puso sobre la cama", relata Dosa. "Oscar" saltó afuera de la habitación y se fue corriendo a la otra habitación. Y "Oscar" estaba en lo cierto. Ese paciente murió esa noche. Y el paciente que nosotros creíamos que moriría primero vivió un par de días más".
A lo largo de los años, los familiares de los pacientes han aceptado la presencia de "Oscar", que vaticina la proximidad de la muerte, por la compañía y la serenidad que ella trae a sus seres queridos.
En algunos casos, los obituarios de pacientes que han muerto en Steere House incluyen la frase: "...murió en compañía de su familia y de Oscar el gato".
Fuente: Agencia EFE
Existe un Rey de los Gatos, dicen varias leyendas de Irlanda, Inglaterra y Escocia, que se pasea entre nosotros de incógnito.
La siguiente historia fue recogida por Charlotte S. Burke en tierras escocesas en 1884.
Dos jóvenes de Edimburgo habían alquilado una pequeña casa en un lugar remoto en el norte de Escocia. Su intención consistía en pasar allí el otoño, aprovechando para practicar la caza en los bosques adyacentes. Junto a ellos vivía una anciana a la que habían contratado para que les hiciese la comida, así como el gato de esta y varios perros.
Normalmente, ambos jóvenes salían a cazar juntos, pero una tarde uno de ellos prefirió quedarse en casa. Así que el otro joven cogió su escopeta y partió sólo en dirección al bosque, prometiendo primero eso sí, que regresaría antes de la puesta del Sol.
Sin embargo, pasaron las horas y no aparecía de vuelta a casa. Su amigo esperaba cada vez más preocupado. Ya se había hecho de noche y quedaba muy atrás la hora habitual a la que cenaban, cuando, finalmente, el cazador regresó. Según le pareció al otro joven, traía el rostro muy pálido y aspecto de estar exhausto.
Hasta que no hubieron cenado, no accedió a contar a su amigo lo que le había sucedido. Estaban sentados frente al fuego, con los perros tumbados a sus pies y el gato negro de su cocinera adormecido entre ellos, cuando comenzó a hablar:
- Bien, quieres saber qué ha ocurrido para que haya llegado tan tarde, y te contaré, pero has de saber que se trata de algo tan extraño que ni yo mismo estoy seguro de que haya acontecido en realidad.
"Me encontraba en el camino del bosque, apenas a unos veinte minutos de aquí, cuando descendió una espesa niebla que me hizo perder completamente el sentido de la orientación. Intenté ubicarme y regresar en dirección a la casa, pero, al parecer, no hice más que quedarme entre los árboles. para mi desesperación, no tardó en hacerse de noche."
"De repente me pareció ver una luz moverse entre la niebla y la creciente oscuridad. Decidí seguirla a ver si me conducía a algún lugar habitado. Ya había avanzado unos cien metros tras ellas cuando se apagó. Como estaba justo al lado de un roble de aspecto robusto, me subía a él a ver si desde algo más arriba era capaz de volver a divisar la misteriosa luz. Y vaya si lo hice."
"Resulta que estaba justo al otro lado del árbol. Desde las ramas vi bajo mi posición - y aún no entiendo muy bien como puede ser esto - lo que parecía una iglesia. Se oían cánticos, y alcancé a ver que se estaba celebrando un funeral, pues había un ataúd rodeado de antorchas. Pero quienes llevaban esas antorchas..., oh amigo mío, no me creerás cuando te diga quienes portaban aquellas antorchas."
Y ahí detuvo el joven su narración, alegando que le tomaría por un loco si contaba el resto de la historia. Pero tanto le insistió su amigo para que concluyese el relato que al final acabó accediendo. La expectación flotaba en el ambiente, e incluso el gato de la cocinera parecía escucharles con extremada atención, casi como si pudiese entender lo que decían.
- De acuerdo, puesto esto es lo que sucedía: las manos que sujetaban las antorchas y el ataúd eran pequeñas y peludas y tenían uñas afiladas. ¡Sus propietarios eran gatos, te lo juro, gatos! ¡y sobre la tapa del ataúd había grabadas una corona y un cetro!
Al decir esto originó un tremendo caos en la habitación: el gato negro de la cocinera comenzó a correr dando vueltas por las paredes a una velocidad inverosímil, y a los dos hombres les pareció oírle exclamar con una voz extraña pero perfectamente comprensible: "¡Por Júpiter, el viejo Pete ha muerto. ¡Ahora yo soy el Rey de los Gatos!". Tras lo cual se dirigió hacia el fuego, lo esquivó con un hábil salto y desapareció chimenea arriba.
Nunca más lo volvieron a ver...
fuente: Sobreleyendas