La gata Tama es uno de los felinos más famosos en japón.
Tama es jefa de estación y directora de operaciones de la estación de Kishi en Japón, además de unos de los principales reclamos turísticos para la ciudad japonesa de Kinokawa.
Tama es una gata calicó que recogieron los empleados de la estación de tren de Kishi (Kinokawa, Japón), junto a otros gatos.
En el año 2006, la estación de Kishi presentaba una situación desastrosa económicamente hablando y muy dificil, que empezó a cambiar un año después, cuando los funcionarios del tren decidieron nombrar oficialmente a Tama como jefa de estación.
El trabajo de Tama consiste básicamente en saludar a los pasajeros con su gorrita a cambio de recibir su sueldo en camida para gatos.
La curiosidad por ver a la gatita en su peculiar puesto de trabajo hizo en un mes que aumentaran los pasajeros en un 17%. En menos de un año, la facturación de la estación incrementó considerablemente en un 10%, y Kishi amplió su plantilla y recursos.
El éxito de Tama hizo que la construyeran una pequeña oficina con bandeja de arena incluida y todas las comodidades y en 2010 se la nombró directora de operaciones.
Gracias a las visitas que Tama atrajo a la ciudad de Kinokawa, se incrementaron los beneficios en más de 1000 millones de yenes anuales (10 millones de euros, aprox)
Posteriormente se pusoen funcionamiento un tren decorado con su imagen y toda clase de detalles, el Densha Tama.
(fuente "cosas de gatos")
Socks fue el gato de la Casa Blanca de 1993 al 2001 falleciendo en el 2009. Tenía alrededor de 20 años y tuvo que ser eutanizado debido al cáncer, en su casa de Maryland, donde pasó sus últimos años viviendo con la antigua secretaria presidencial Betty Currie.
No cabe duda de que Socks vivió una vida extraordinaria, para tratarse de un gato. Entre 1989 y 1990, Chelsea, la hija de Bill Clinton, adoptó a Socks mientras su padre era gobernador de Arkansas.
Desde el principio, Socks se convirtió en una sensación mediática, incluso antes de que los Clinton se mudaran a la Casa Blanca. En algún momento, inclusive, Bill Clinton tuvo que pedirles a los fotógrafos que le dejaran en paz, ya que los paparazzis acechaban al gato para obtener imágenes de él.
Se convirtió en un personaje bastante apreciado no sólo por el personal de la Casa Blanca, sino por los visitantes de ésta, incluyendo jefes de estado de otros países. Hizo visitas públicas a escuelas, asilos y otros lugares incluso fundando el club de fans de Socks.
El escritor y dibujante Michael O’Donoghue hizo un libro llamado “Socks va a Washington” e incluso fue el sujeto de un episodio del show de Murphy Brown, donde supuestamente es secuestrado de la Casa Blanca. Se hicieron algunos videojuegos con Socks como protagonista, pero estos nunca vieron la luz.
Cuando los Clinton dejaron la Casa Blanca, decidieron que Socks debía irse dado que también tenían un perro (Buddy) y ambos no se llevaban muy bien. En vista de que la secretaria de Clinton, Betty Curry se había prácticamente enamorado del gato, se decidió que se fuera con ella.
Socks continuó haciendo apariciones públicas, aunque siendo ya un gato anciano, estas fueron cada vez menos. Se usó a Socks para recaudar fondos para caridad hacia los animales y se vendían postales con su “firma” (la impresión de su pata).
Con el tiempo, Socks desarrolló problemas tiroideos y del riñón. Se le diagnosticó con cáncer de garganta y de mandíbula el año pasado y Currie tomó la decisión de eutanizarlo, lo cual se llevó a cabo el 20 de febrero del 2009.
(Fuente Tecnoculto)